Conozca a la familia Curtis, padres de acogida en la Región Central que han dedicado los últimos tres años al cuidado de niños necesitados. Con experiencia en bienes raíces y trabajo social, Scott y su esposa utilizan su experiencia y compasión para brindar un hogar seguro y acogedor a niños pequeños.
Arraigado en el amor y el propósito
P: Cuéntanos un poco sobre tu familia.
A: Scott y yo llevamos ocho maravillosos años casados. Él trabaja en el sector inmobiliario y yo soy trabajadora social escolar y terapeuta. Juntos, navegamos por el maravilloso y caótico mundo de la crianza. Actualmente, estamos criando a tres niños pequeños maravillosos, y este mes tendremos la inmensa alegría de adoptar a uno de ellos. Nuestro hogar está lleno de vocecitas, grandes emociones y una gracia infinita.
P: ¿Cuánto tiempo llevas criando niños?
A: Hemos estado criando niños durante tres años y en ese tiempo, nuestros corazones han crecido de maneras que nunca imaginamos.
Un llamado desde el principio
P: ¿Qué les hizo querer convertirse en padres adoptivos?
A: Hablamos de la acogida familiar incluso antes de casarnos. Ambos trabajábamos en salud mental y vimos de primera mano cuánto apoyo necesitan los niños y las familias. Al principio, pensábamos tener hijos biológicos primero y luego una familia de acogida, pero Dios tenía otros planes. Nuestro camino comenzó antes de lo esperado y ha sido uno de los llamados más sagrados que hemos respondido. Nos convertimos en padres de acogida para ser un refugio seguro para los niños en transición, para cubrirlos con oraciones y para ofrecer un espacio donde la sanación y la esperanza pudieran empezar a echar raíces.
Amar a través de la incertidumbre
P: ¿Cuál ha sido la parte más difícil de ser padre de crianza?
A: Lo más difícil es amar profundamente a un hijo cuando no se garantiza su futuro contigo. Es crear espacio para el dolor y la alegría al mismo tiempo. Ser padre de acogida te expone a la angustia, la incertidumbre y una vulnerabilidad para la que ninguna formación puede prepararte del todo. El trauma, la pérdida, las inconsistencias del sistema: nada es fácil. Pero siempre vale la pena afrontarlo.
Sanación y esperanza
P: ¿Qué ha sido lo más dulce de ser padre adoptivo?
A: No hay nada más dulce que amar a nuestros hijos y acompañar a sus familias. Ser testigo de la reunificación y formar parte de una historia de sanación y restauración es una labor sagrada. La crianza compartida, cuando funciona, es hermosa. Es un honor ofrecer amor tangible y apoyo constante a los niños y a sus cuidadores que luchan por reunificar a sus familias.
Palabras sabias para futuros padres de acogida
P: ¿Qué consejo compartiría con otras personas que están considerando convertirse en padres adoptivos?
A: Ora. Ora por los niños a los que les dirás que sí y por los que tendrás que decir que no. Ora por los padres y las familias de los niños que amarás. Deja que tu corazón se ablande hacia quienes luchan contra la adicción, la pobreza y las enfermedades mentales. Si temes encariñarte demasiado, es precisamente por eso que debes hacerlo. Estos niños merecen ese tipo de amor. E incluso si no estás listo para acoger a otros, busca maneras de apoyar a quienes sí lo están: comidas, cuidado de niños, atención. Todo importa.
No estás solo
P: ¿Hay algo más que le gustaría compartir?
A: No estás solo. Hay un pueblo entero dispuesto a apoyarte, a llorar contigo, a celebrar tus pequeñas victorias. El acogimiento familiar es complejo, hermoso e increíblemente sagrado. Te hará crecer, te abrirá y te reconstruirá de las maneras más inesperadas y llenas de gracia.
Responda al llamado de crianza
La familia Curtis es un ejemplo de lo que significa amar desinteresadamente y criar con sacrificio. Su historia es un poderoso recordatorio de que el acogimiento familiar no se trata solo de niños, sino de familias, sanación y comunidad.
Hay un niño que necesita tu amor y una familia que necesita tu apoyo.
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